jueves, 11 de septiembre de 2008

11 de septiembre del 2008

La noche anterior la había pasado celebrando un cumpleaños junto a un amigo, los dos solos en un bar, bebiendo y fumando y hablando hasta que cerraron. Después continuaron en otro bar, hasta que también cerró. Dejó al amigo en el portal de su casa, totalmente borracho, hablando de la soledad con palabras trabadas. No recordaba mucho más de la noche.
Al día siguiente se levantó con una terrible resaca, ya había pasado la hora de comer. Abrió una lata de Coca-Cola terapéutica y encendió el televisor. Justo en ese momento vio caer la primera torre.
El resto de la tarde descubrió muchas cosas que él no sabía hasta ese momento, pero continuamente tuvo la sensación de que todo lo que estaba ocurriendo no era real. Ante él batallaban realidad y ficción, las noticias tenían un aire poco verosimil, un estilo cercano al de una superproducción más y en su frente continuaba el dolor punzante, uno de los innumerables extremos de una gigantesca red involuntaria parecía cruzar justo por su sien.
Cuando vio desmayarse a la segunda torre, aún no había asimilado la realidad de la situación, como no la asimilas al día siguiente de romper con una pareja con la que mantienes una larga relación.
Y luego fueron pasando los años…

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