martes, 18 de noviembre de 2008

Futuro tóxico

Una mujer y un hombre caminan por una avenida solitaria. A cuatro metros de altura, por encima de sus cabezas, cuelgan palabras escritas con serpentinas de luz: Paz en la Tierra, Feliz Año... Una capa de niebla del mismo color que las palabras desciende sobre ellos delimitando el mundo visible. Sus pasos rebotan contra paredes de edificios ocultos y es como si una copia de ellos mismos caminara por una calle paralela.
En los márgenes del paseo hay pilas de cartón bajo las cuales, seguramente, yacen hombres oscuros y semicongelados. Amenazas.
El hombre está alerta, va mirando de reojo los cartones, vigila. A cada paso se va arrimando más a la mujer, hasta que al fin la toma del brazo en un gesto protector.
-Mucho mejor- dice ella, y se inclina sutilmente hacia él, pero sin sacar las manos de los bolsillos del abrigo.
Un gato negro se cruza por delante de ellos.
Ambos se acaban de conocer, hace menos de una hora, poco antes de salir de la fiesta de fin de año. El hombre se comprometió a acompañarla a casa porque un amigo común se lo ha pedido. Por lo tanto siente que, en cierto modo, ha adquirido una responsabilidad y a pesar de llevar en la sangre un amplio surtido de sustancias estimulantes -todas ellas consumidas durante la fiesta-, mantiene con orgullo su roll de caballero protector. Está seguro de que nada malo ocurrirá en esta noche oscura, porque no va a cortarse a la hora de golpear con todas sus fuerzas a cualquiera que se acerque a ellos. Sacudirá al intruso antes de que pueda articular palabra y echarán a correr… si a ella se lo permiten los tacones. O mejor, reducirá al delincuente y cuando ya le tenga en el suelo con el brazo retorcido y la nariz chorreando sangre, pedirá a la chica que utilice su teléfono para llamar a la policía.
Si no ocurre nada antes de llegar a su portal, tal vez ella le invite a subir a tomar algo. Sería una buena manera de comenzar el año, todo un triunfo. Observará los títulos de sus libros en la estantería del salón como si le importaran y tal vez elija él mismo algún disco adecuado para dar un toque de ambiente. Ella regresará de la cocina con dos vasos con hielo y una botella, encenderá unas velas y le servirá una copa. En cuanto les haga efecto la pastilla, ya le estará bajando la cremallera del vestido.
¿De qué color es su vestido? No lo recuerda porque a decir verdad no se ha fijado en ella en toda la noche. Había decenas de mujeres bailando en la fiesta, todas cubiertas de elegantes telas, entrando y saliendo de un túnel de humo y láser mientras 40.000 watios de música sincronizaban sus corazones…
Feliz noche.
Fóllatela.

A cuatro metros por encima de sus cabezas se pierde el último cartel luminoso. Giran a la izquierda y toman una calle más estrecha, esta vez iluminada por una estrella de cinco puntas.
- Estamos llegando- dice la mujer.
- Tengo sed- dice el hombre.
Un gato negro se cruza por delante de ellos.
La mujer se inclina hacia él hasta posar la cabeza en su hombro. Y sonríe.
Ha pasado la noche entera entrando y saliendo del túnel de humo y láser, ignorando las miradas que hombres y mujeres lanzaban a sus curvas perfectamente ajustadas bajo el vestido de terciopelo rojo, bailando como una posesa, sintiendo en su vientre vacío los golpes generados por los potentes subwoofers del equipo de sonido. No fue difícil encontrar un hombre que la acompañara a casa al finalizar la fiesta, bastó con preguntar a algún conocido.
Cuando lleguen al portal, le invitará a subir. Seguro que al principio le costará adaptarse a una casa sin muebles, pero está claro que enseguida accederá a tumbarse sobre la alfombra. Después verán juntos el amanecer y reirán observando como el sapo Aleister intenta respirar dentro de un preservativo, deformando el espacio de látex como un niño deforme atrapado dentro de una placenta tóxica.
Casi han llegado. Al doblar la última esquina ya no quedan palabras, ni estrellas brillantes que iluminen el callejón.
El año acaba de empezar y delante de ellos tan solo está la niebla y un largo futuro juntos.

7 comentarios:

Esther Cabrales dijo...

Me da la impresión de que me faltan palabras a tu texto, parece que no se carga bien tu página en mi pc -eso en el trabajo, en casa te leo en griego- grrrrr.

Hongos dijo...

El sapo Aleister embutido en el condón me fascina.

Javier Sales Melgarejo dijo...

ooooops¡¡, ¿en griego? Pues no sé que ocurre porque nadie más me ha comentado que tenga problemas al entrar. Investigaré a ver que pasa. Un saludo.

Hongos dijo...

¿En griego? Pues yo te leo en Braille. Hasta le brotan unos puntitos a mi pantalla del PC...

Javier Sales Melgarejo dijo...

Joeeer, me estais preocupando ya con tantas interferencias. Me cagüen tó...

Esther Cabrales dijo...

que no cunda el pánico, no es un griego griego, son algunos caracteres...

Javier Sales Melgarejo dijo...

La verdad es que Aleister, el sapo, tiene cierto carácter griego. Sí.