viernes, 22 de agosto de 2008

Los inicios

Hace mucho tiempo, cuando aún no existían las palabras, los sentimientos apenas se podían distinguir de las sensaciones físicas. La pérdida de un miembro de la tribu (o de la manada, aún), provocaba punzadas en el estómago similares a las de una indigestión por masticar alguna hierba tóxica. El rechazo de una hembra no era muy diferente a la frustración causada por volver a la cueva sin alimento alguno, y dicha frustración también tenía algo que ver con el frío. El éxito era bastante parecido a la sensación de comer. El concepto felicidad no se había desgajado del concepto placer, pues aún no se habían inventado los matices. Amar era abrazar, despiojar. Y otros términos como valor, compasión, prudencia, amabilidad, eran sensaciones huérfanas de sonido que apenas provocaban una ligera expansión de los pulmones.

Estamos en una apacible noche de verano. Moonwatcher ha salido de su cueva porque no consigue dormir, se siente pesado. Esta tarde, junto a otros cazadores de la tribu, lograron abatir un jabalí y ha cenado demasiada carne. Camina hasta la Roca de Vigilar. Lo hace casi erguido, con un perezoso balanceo de caderas y brazos. Desde allí, mientras orina al borde del precipicio, puede ver todo el valle iluminado por una inmensa luna. Las praderas duermen en paz. Se siente aliviado, sometido por la suave calma que flota en el ambiente, no se escucha apenas nada más que la melodía de un arroyo cercano y el canto de un búho. Moonwatcher se sienta en la Roca y comienza a emitir sonidos intentando imitar al ave. Si coloca sus labios en determinada posición y sopla, ese sonido se parece bastante. Si carraspea y traga un poco de saliva para aclarar su garganta, entonces la cosa mejora… El búho, a veces, parece contestarle.

Pero esta noche va a ocurrir algo diferente, un cambio. Dos esferas luminosas han aparecido de repente en el cielo, como si hubieran estado ocultas tras la luna. Se mueven veloces, trazando espirales, cruzándose varias veces en su recorrido. Pero en uno de esos cruces colisionan y se produce una explosión. Moonwatcher sale despedido por los aires varios metros más allá. Por unos instantes queda aturdido, en el suelo, con los ojos tapados y en posición fetal. Tiembla, tiene una sensación parecida a cuando se encontró atrapado entre un tigre y un león y ambos saltaron sobre él a la vez.
Después, durante un buen rato, tan solo silencio…
Cuando Moonwatcher se recupera del susto libera su mirada abriendo ligeramente los dedos. Y entonces lo ve. Hay algo o alguien flotando en el aire unos metros más arriba, parece la figura de un ángel, un extraterrestre ó una virgen (aún no se conocen diferencias entre estos seres). De la figura brota una luz dulce, acogedora. Moonwatcher lo contempla con la boca abierta, se siente tan fascinado como cuando vio la aurora boreal por primera vez. Agita su nariz en dirección al ser, y capta aromas de flores desconocidas para él.
El ser levanta sus largos brazos y extiende las palmas de sus manos hacia él. En cada palma aparece una boca. Las bocas se abren emitiendo al unísono un tono terriblemente agudo. Moon se tapa instintivamente las orejas, pero el chirrido no cesa. Cae al suelo de rodillas y un terrible dolor se clava en sus sienes. Hay un instante en que ese dolor rebasa un umbral y más allá de él su cuerpo se queda rígido, el cerebro se bloquea y los ojos se giran en blanco. Y entonces, sumido en un trance, Moonwatcher comienza a articular sonidos con su boca de mono. Estos sonidos son las primeras palabras que se pronuncian sobre el planeta. Y son palabras solemnes, un discurso alto y poderoso:

“Porpozec ciebie nie prosze dorzanin albo zyolpocz ciwego”

Y después el silencio vuelve a posarse sobre el planeta...
Moon Watcher cae desmayado sobre la piedra. Al despertar olvidará lo ocurrido, jamás volverá a hablar. Pero hay una frase que ya es un germen, un grupo de palabras se ha registrado en sus genes. Una mutación comienza a abrirse camino y con el tiempo generará una nueva visión del mundo.
El ser de luz decide irse, sabe que volverá a regresar en otro momento.