jueves, 16 de octubre de 2008

Personajes de ficción sobrevolando Madrid


Soy un personaje de ficción.
Lo supe mientras hacía el amor con Ada. Cuando estaba a punto de correrse, se puso la almohada en la cara y pronunció el nombre de otra persona. Por eso la maté. Siendo una ficción podía tomarme ese tipo de licencias.
Después de envolver su cuerpo en sábanas lo saqué al balcón. Me subí a la barandilla de un salto, fue bastante fácil a pesar de que el cadáver pesaba lo suyo. Luego salté y ambos volamos sobre la noche de Madrid como ángeles exploradores. Nos asomamos a las ventanas de los edificios más altos y vimos a gente durmiendo con los ojos abiertos, parecía que de alguna manera nos estuvieran esperando, quizás para confirmar que soñaban.
Cuando Ada está muerta prefiere que sea yo quien lleve la iniciativa así que tomé la decisión de ir a visitar al alcalde. Gallardón dormía solo, al menos esa noche. Se extrañó un poco al vernos, pero lo entendió todo cuando le dije que yo era una ficción. Es un tipo bastante inteligente cuando quiere. Lo que no me gustó demasiado fue la cara que puso cuando Ada le comentó su admiración por el arte de los soterramientos, quiero decir, que me pareció que de alguna manera estaba intentando ligar con ella. Por eso le maté, aunque después de estrangularle con el cable del reloj-despertador me arrepentí de no haberle practicado antes una trepanación. En el fondo me cae bien, por eso le voto.
Ada y yo nos marchamos de su casa y fuimos al centro. Jugamos al escondite con las estatuas de los reyes de la Plaza de Oriente y escuchamos una ópera para fantasmas sentados en la fila 13 del Teatro Real -me emocionan estas paradojas-.
Esa noche éramos como dos niños descubriendo la bondad de una nevera llena.
Buscamos sensaciones desconocidas en un par de after-hours donde Ada perdió las sábanas bailando y cuando ya volvíamos a casa en el metro os aseguro que iba un poco colocado. Me dio cierta vergüenza la manera con que todos esos trabajadores sudamericanos, africanos y ecuatorianos nos miraban. Supongo que sentían cierta envidia por no ser personajes de ficción, por tener que cumplir con un horario tan estricto y tan real, lejos de sus verdaderos hogares. Ada le dio el pecho a un senegalés y la leche contrastó con el tono de su piel.
Volvimos a la cama muy cansados. Antes de acostarnos de nuevo le dije a Ada que se gastara todo nuestro dinero en acciones de Lehman Brothers.
Mañana, cariño, ahora estoy muerta, dijo antes de quedarse frita.

1 comentario:

Carlos Rivero dijo...

Moonwatcher,
¿Quién demonios eres en realidad?