lunes, 20 de octubre de 2008

Construyendo Europa


Estábamos en lo más alto, soldando vigas estructurales de acero, Elvis Lenin y yo. Construíamos el mayor edificio de Europa, éramos pura vanguardia.
Levanté la visera de mi casco y soplé ligeramente hasta que el rojo vivo se fue apagando. Después envié un silbido a Elvis y le hice la seña de almorzar. Recogí nuestras mochilas mientras él fijaba su eslinga de seguridad al cable guía y caminaba por la viga hacia mí con las manos en los bolsillos. Una gaviota que nos andaba vigilando desde el amanecer le seguía como si también fuera la hora de su almuerzo.
A los dos nos gustaba almorzar sentados en la viga, con nuestras piernas balanceándose. Él sacó una tartera con una plasta amarilla dentro, una especialidad andina de las suyas. Mi mujer me había puesto una lata de mejillones en la mochila, pero había olvidado incluir un abrelatas.
-Déjame tu Leatherman, please.
Elvis Lenin me pasó la herramienta pero no nos pusimos lo bastante de acuerdo y cayó al vacío. 240 gramos de aluminio anodizado, desde casi 300 metros de altura.
-Joder.
-Lo siento Elvis, te compraré otra.
-Lo peor es si le pega a alguien.
Ambos nos quedamos en silencio, buscando inútilmente un objeto que caía sobre la tierra. Por un instante tuve la visión de una persona con una herramienta empotrada en su cabeza.

La sombra de un avión recorrió la ciudad, una cruz desenfocada.
-¿Qué es lo peor que te ha pasado en la vida?- La pregunta me salió de repente, no sé muy bien por qué. Elvis Lenin permaneció un rato en silencio, supongo que buscando palabras justas.
-Cuando era niño, allí en La Paz, en mi barrio… a mi hermano mayor le comió la cara un perro.
No quise preguntar por más detalles, hay cosas que no resultan nada agradables de recordar. Miré la lata de mejillones cerrada y me acordé de mi mujer. Esa tarde nos habíamos propuesto ir al cine.
-¿Y a usted?- preguntó Elvis.
- En una ocasión estuve veinte días encerrado en una habitación vacía. Sólo tenía una bombilla siempre encendida y un gran espejo en una pared. Pasé tanto tiempo mirándome a mí mismo que llegué a pensar que éramos dos personas diferentes.
Seguimos los dos mirando al vacío. Una ráfaga de viento nos empujaba por la espalda. La gaviota se sacudió las plumas con un temblor, después emprendió el vuelo.

Elvis Lenin y yo, anclados a la viga de acero, construyendo el edificio más alto de Europa.

4 comentarios:

Carlos Rivero dijo...

Me ha gustado mucho.
Vértigo, perspectiva y metáfora.

Dos monos sentados en la cima de un monolito.

C.

Rosa Pernía dijo...

Un perro le come la cara al hermano de un obrero, una gaviota piensa en comerse a un obrero, el obrero no puede comerse la lata de mejillones cerrada, cuando casi estás volando te acuerdas de cuando casi fuiste otro encerrado en una habitación.
Las cosas fáciles se complican y al final siempre mueren los mismos. La muerte se acerca a quien mejor la conoce.

Me parece muy conseguida la intensidad de algo "turbio" detrás de la historia.

Carlos Rivero dijo...

El soldador lo siente así.
No quites la pura vanguardia.

Javier Sales Melgarejo dijo...

No lo haré porque hay una ironía en esa frase que me hace comulgar con el narrador como si fuera alguien interesante...
Gracias por el apoyo.